—En caso de que Chile apruebe una nueva Constitución, ¿Cuáles serían los tres consejos que usted le daría a un redactor constitucional?

—En primer lugar, y es el más importante de todos, que se asegure de que haya espacio para la negociación y no solo para la discusión. En segundo lugar, que se asegure de realizar consultas amplias incluso más allá del mandato legal. Los chilenos de cada comunidad deberían sentir que tienen alguna voz o alguna conexión con este proceso. Es toda una dimensión que está totalmente separada de la redacción en sí, pero que es realmente esencial. Y mi tercer consejo es ponerse en marcha rápidamente y estar dispuesto a ceder. Un año no es mucho tiempo. Espero que los partidos estén pensando en sus propuestas precisas desde ya.

—Un año que, en el caso de Chile, involucra elecciones presidenciales.

—Y eso puede realmente cambiar bastante la dinámica. El problema es que en los primeros meses de la discusión los partidos van a estar pensando en esas elecciones. Y eso también hace que, aún más, se restrinja el tiempo real para negociar y trabajar en el borrador, porque si hay un cambio masivo en las elecciones, podría cambiar todo el proceso. Es otra complicación en el contexto chileno.

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